lunes, 26 de noviembre de 2007

Noticia del periodico extremadura

Lara, un bebé para la esperanza ( El Periódico Extremadura - 27/11/2007 )

Esta muy bien, leerla.
Un saludo
J.Vicente Granado

UNA GRAN ALEGRÍA

Hola amigos y amigas.
Permitirme, compartir en este comentario la alegría que siento por el nacimiento de mi primera sobrina. Se llama Lara, hija de mi hermano Paco y mi cuñada Almudena, es toda una belleza. Felicidades para los Papas, Abuelos...
Que feliz nos hace ver una nueva criatura en nuestras vidas, lo cambia todo, llena de felicidad las vidas de quienes la queremos y esa felicidad es doble, pensando que en un pueblo de 180habitantes, donde hace 16 años no nacia nadie que fuera vecino, residente y que tenga su proyecto de vida en el pueblo. Gracias Paco y Almudena por este regalo tan precioso, por dar esperanza al futuro de nuestro pueblo, esperemos que pronto veamos crecer el pueblo de más familia, de más niños y niñas que deciden sus padres hacer un proyecto de vida en nuestras zonas rurales.
Espero que pronto este entre nosotros, que podamos ver a su mama recuperade del parto y que podamos verla pronto corretear por las calles de Pescueza.
Un saludo amigos y amigas
J.Vicente Granado

martes, 20 de noviembre de 2007

otro nuevo artículo

Hola amigos y amigas, esta noche quiero compartir otra reflexión con todos vosotros, espero sea de vuestro interes.
Un Saludo y muchas gracias por vuestra lectura, necesitamos entre todos aportar nuestras reflexiones pues nos ayudan a crecer.


Este es el artículo.

LA PARTICIPACIÓN UN MODO DE SER

Si ponemos nuestra sociedad frente al espejo, cada día soy más consciente que construimos una sociedad débil y con escasa altura de miras. Una mirada por encima de ella, nos describe que los intereses privados van dejando de lado la perspectiva del bien común. Como diría Ramonet “vivimos un cambio de época de enorme calado (cambio económica, político, geopolítico, espiritual, religioso, cultural)”. Se van enterrando formas y estilos de vida, donde prima la seguridad por encima de la solidaridad, la cultura de la satisfacción derrotado al mundo de las utopías.

Toda esta situación, hace que la participación ciudadana se entienda como el simple gesto de los procesos electorales, nos hemos acostumbrado a quejarnos, a reivindicar pero no a participar. Cada vez son más los que apenas participan y pocos los que participan. Vivimos en definitiva, una participación no adecuada, donde el resultado que tenemos es: la apatía, el desinterés, la desconfianza social. No hemos sido educados en la cultura participativa.

Es cierto que vivimos un auge de aumento de voluntarios y voluntarias, de O.N.G, pero en su mayor parte se trata de una participación limitada a la labor asistencialista, una participación que nace no del interés hacia lo público, sino del interés hacia uno mismo, el “nosotros” degenera en “lo mio”. Hoy más que nunca, lo virtual gana a lo real. Contamos con una sociedad civil virtual compuesta por ciudadanos y ciudadanas conmovidos, pero estáticos, portadores de tarjetas solidarias, pero importadores de consumismo ciego, “fans” de moda blondosolidaria.

Por tanto, para hacer frente a esta forma de participar es necesario que empecemos a vivir la participación como una cuestión ética, no como modo de “hacer el bien”, sino como modo de SER.

No debemos desanimarnos, el mundo no está totalmente acabado, está siendo, y nuestro modo de estar en el mundo es, necesariamente, transformándolo, no olvidemos que somos seres de transformación no de adaptación. Debemos participar, no sólo para construir un mundo mejor, sino que el hecho de participar hace que pongamos en común, experiencias, habilidades, actitudes, comunicación, vida. Debemos participar para modificar la realidad del entorno y para encontrar espacios de recreación personal, donde nos reconocemos como personas, donde el tiempo se acomoda a la escala del ser humano, donde la prisa y urgencia no son los valores prioritarios, donde la persona puede construir su identidad personal.

Esta, la participación, debe ser nuestra forma de hacer política, no sólo es el Estado, los ayuntamientos y las demás organizaciones administrativa quien hace la política. Para ello, debemos hacer de la participación nuestra cuestión educativa, donde no importa tanto de quienes son las iniciativas sino lo que importa es sumar voluntades, informar, sensibilizar. De esta forma los líderes son sustituidos por animadores y facilitadotes y el sujeto es la misma comunidad, el mismo colectivo. De esta manera, no crearemos una escuela de activismos sino un verdadero espacio de tejido asociativo, de valores compartido. Y todo esto sin dejar al margen a los colectivos excluidos, aquí tendría cabida todos los inmigrantes sin papeles, los parados, los chavales que viven en pisos de protección…, todos deben tomar la palabra, “su” palabra, trabajando la integración en clave de hospitalidad, donde el extraño es tratado como invitado.

No olvidemos, la participación exige poner la mirada precisamente en lo común, por poco que sea o parezca. Como diría el poeta Gabriel Celaya: “A la calle, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

domingo, 18 de noviembre de 2007

EDUCAR LAS EMOCIONES

Ya comenzó este tiempo maravilloso del otoño, época que invita a respirar aire limpio y puro, a reflexionar, a ver con mirada limpia y transparente. Sentado en el Bar Satu y contemplando a través de los cristales de sus ventanas la pura y limpia plaza del pueblo de Pescueza, con una música de fundo que penetra hasta lo más profundo del corazón, la mente empieza a reflexionar sobre los acontecimientos del día a día.

El nuevo curso académico ha comenzado a dar sus primeros pasos y con él vuelven las noticias del acoso y la violencia en las aulas (con los profesores, entre alumnos), los medios de comunicación cada día nos anuncian una nueva muerte violenta, crece el consumo de alcohol y drogas que frustran la vida del adolescente, la violencia de genero no cesa, los ruidos de las bombas siguen derramando sangre en los mismos lugares de siempre, el racismo y la intolerancia crece, las desigualdades van en aumento . . .

El ambiente te invita a pensar y lo primero que a uno le viene a su mente, es que en algo estamos fallando, es cierto, que no todo es negativo, pero la realidad antes señalada es evidente. Ante todo esto, yo me pregunto, ¿cómo educamos?, ¿qué está haciendo toda nuestra sociedad con las nuevas generaciones?.

Uno esta convencido, que muchas veces se viven actitudes de violencia porque se demanda más amor, una agresión física es una necesidad de contacto corporal con el otro. La violencia es una necesidad desesperada y desvirtuada del Amor.

En vez de dedicar grandes esfuerzos a formar personas que sean capaces de amar y comprometerse con los demás, hemos dedicado casi todas nuestras energías a formar profesionales que sean aptos para ocupar un lugar relevante, para obtener beneficios materiales, para conseguir reconocimientos o para otros objetivos similares que potencian solo la dimensión técnica y prescinden de lo humano. Nuestra mayor preocupación ha sido llenar las cabezas de conocimientos, olvidándonos de formar personas capaces de compartir emociones y de utilizar el lenguaje corporal para expresar afecto y cariño. No olvidemos que no somos sólo mentes pensantes, sino, que somos seres emocionales y somos cuerpo.

Hoy más que nunca, es necesario educar para vivir la vida con emoción y con alegría, con actitud positiva sin pesimismos. Aprendamos a decir “te amo” con palabras, con miradas, con las manos, con los gestos, con el tacto, con nuestros comportamientos y con nuestras actitudes. El contacto humano calido y agradable produce satisfación y nos embellece por dentro y por fuera.

Eduquemos las emociones. A menudo cuando hablamos de emociones, olvidamos que la necesidad esencial de la persona es el sentirse Amada, y una persona se siente querida cuando se siente acogida, respetada y valorada por lo que es, y no por lo que podría ser o desearíamos que fuese, ni tampoco por lo que hace.

Como dice J.A. Marina urge una reconstrucción ética de la moral, por que, vivir es un riesgo, pero quizás merece la pena arriesgarse por aquello que puede permitir que viva de una forma más gratificante.