Si queremos lograr un mundo más justo y más solidario. Si queremos un mundo globalizado con rostro humano, debemos alzar nuestras voces, no debemos permanecer callados. La palabra de los hombres y mujeres no puede estar cautiva, amordazada, filtrada, disfrazada. El silencio es la antítesis de la democracia, es sumisión, es docilidad.
Debemos construir entre todos y todas un mundo más justo sabiendo que la justicia, no consiste en dar a cada uno lo suyo según lo que está establecido y ordenado, sino sobre todo dar a cada uno aquello de que está privado o despojado y que le corresponde según un orden radicalmente recto. La construcción de un mundo humanizado por la justicia y la solidaridad no es lluvia caída del cielo, sino torre de ladrillos, suma de pequeñas aportaciones del día a día, fruto de acciones solidarias que nos corresponde a todos y cada uno de los que componemos esta sociedad. Traer más justicia e igualdad a nuestro mundo, tan desprovisto de ella, no es cosa de indignaciones pasajeras ni de sentimientos rosa. Requiere un cambio profundo, nuevos hábitos del corazón, nueva mentalidad, nueva estilo de vida. Es necesario entrar en el dinamismo del compartir. Otro mundo, otra economía es posible si la gente participa y si, peso a lo complicado y lo complejo, hace más cosas que ir a la compra. La revolución, la transformación del mundo debe hacerse de dentro a fuera, de abajo arriba en cada uno de los actos chiquitos de nuestra vida. Experimentar nuevas
formas de trabajar y producir que ayuden no sólo a sobrevivir sino a construirse y construirse al otro, generando sentido. Consumir de forma diferente, haciendo cierto aquello de "reduce, recicla y reutiliza". Ahorrar haciendo que los ahorros se conviertan en una fuente de riquezas para otros. Hay otra forma de hacer las cosas, de hacer economía, de transformar el mundo: desde los barrios, desde los pueblos, desde lo hogares, las personas. se puede transformar el planeta; desde lo chiquito y cotidiano del día a día no sólo se puede cambiar el mundo, sino que se debe cambiar el mundo. Otro mundo es posible, ya está siendo posible porque hay muchos hombres y mujeres que pensamos en ello, soñamos con ello y avanzamos poco a poco hacia lo que Eduardo Galeano nos decía que era necesario para caminar hacia
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SALUDOS